viernes, 16 de enero de 2009

EL DOLOR PSÍQUICO

Esto es algo que no aprendí en la carrera, sino después de años de práctica y reflexión. Recuerdo que se lo comenté a algunos de mis compañeros de trabajo y que les impresionó profundamente.

Me dí cuenta de que el dolor psíquico, espiritual, anímico o como queramos denominarlo es perfectamente comparable al dolor físico. Quizá no es nada nuevo. Pero sí es cierto que, generalmente, lo pasamos por alto.

Me refiero a que si alguien, por poner un ejemplo, se rompe un hueso, experimenta un gran sufrimiento pero, con analgésicos primero y luego con las adecuadas intervenciones médicas, el hueso vuelve a su lugar, a su forma original y deja de doler, excepto quizá cuando el tiempo es húmedo o frío.

Pienso que el dolor espiritual no es en absoluto diferente y que el principal problema de nuestra ciencia es que aún hoy, no sabemos curar ese dolor, esa herida, con la rapidez con la que se puede curar el dolor de un tejido corporal. Es más, probablemente en muchos casos, no es posible; quiero decir en los casos en que las heridas son profundas y han durado mucho tiempo.

Nos desesperamos, por ejemplo, en el caso de una mujer maltratada que vuelve a los brazos de su maltratador, a pesar de toda nuestra lucha terapéutica para que no lo haga. No nos damos cuenta del todo de que esa persona, su espíritu, está agudamente herido y que esas heridas se han producido durante años, como si una persona se hubiera roto día tras día, hasta que sus huesos hubiesen quedado reducidos a fragmentos, como una bella copa de vidrio que se ha caído al suelo y sus trozos han ido siendo pisoteados un día tras otro.

Los seres humanos nos hemos acostumbrado durante cientos de años a convivir con el dolor espiritual, hasta el punto de haber considerado anormal el hecho de que una persona no pudiera soportar ese dolor y, en algunos casos, perdiera por completo la razón.

Afortunadamente, la capacidad de restablecimiento del ser humano es también milagrosa. Esa bella copa que ha quedado reducida a minúsculos fragmentos se puede, con mucha paciencia, mucha delicadeza y mucho tiempo, reconstruir y hasta hacer que vuelva a brillar.

Afortunadamente también, la ciencia médica ha avanzado en este camino y, actualmente, existen medicamentos que hacen más soportable el dolor. No por ser psicóloga pienso que los medicamentos no son útiles. Al contrario, muchas veces son una gran ayuda en el camino, a veces más breve, a veces muy largo, de superación de los problemas que nos pueden llegar a hacer tan dura la existencia. A menudo la terapa psicológica se beneficia de esa ayuda. Igual que el médico que hace que los pedazos de un fémur vuelvan a su sitio, ha dado antes al enfermo un potente analgésico para evitar en lo posible el terrible dolor.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy de acuerdo con lo que dices. Y mas aun con los nuevosx conocimientos de las neurociencias, en donde se identifica perfectamente que el dolor psicológico, emocional, del "alma", deja una huella real a modo de cicatriz en nuestros entramados neuronales, y modifica la secreción de hormonas y neurotrasmisores, que predisponen a unas pautas de conduzta y dolor.
En ese sentido estoy totalmente de acuerdo en que alguna medicación puede ayudar a pasar el trance lo mejor posible, y dejar la menor huella en nuestros circuitos neuronales, y hacer que la reparación del sentimiento sea mas facil, al ser mas facil que nuestros sistemas de regenaración neuronal, reparen el circuito dañado.
Sin duda, ello debe de acompañarse de esas otras medicinas del alma, como la comprensión, amor, compañía, etc.
Besos Concha
Juan López Díaz (om)

Duende dijo...

De lo que comentas no hay duda. No hay más que ver cómo estaban los enfermos mentales no hace más de un siglo. Eso sí que debía ser sufrimiento inútil.

Como psicóloga que eres, y a diferencia de lo que supongo que hará algún que otro talibán irracional de tu campo, es loable por tu parte que reconozcas que existe un componente físico-químico en estos asuntos.

Unknown dijo...

El dolor psíquico puede ser tan intenso, que puede llegar a cursar con dolor físico, en concreto en la boca del estómago, que de hecho puede llegar a ser insoportable.

Por una rotura rentimental, lo he padecido alguna vez, la más dura a los veinte años. Creo que si el Infierno existe, consiste exactamente en sentirse como yo me sentía durante los primeros meses de 1982.

oniric dijo...

En ningún caso lo físico y lo psicológico están separados. De qué manera interaccionan puede ser motivo de debate, pero no que esa interacción existe.
De forma que, efectivamente, yo considero que hay que tener en cuenta la acción analgésica de los medicamentos para el "dolor psíquico"; sin embargo, creo que, al mismo tiempo, es necesaria una terapia espacíficamente psicológica. Los mediamentos pueden ayudar a soportar el dolor, pero es preciso, es deseable, resolver o paliar lo que causa ese dolor.De otra forma la mediación, lo único que consigue es embotar -igual que puede hacerlo el alcohol.
De la misma forma que no se puede ignorar el sustrato físico de cualquier fenómeno psicológico, creo firmemente, que no se puede menospreciar lo psicológico, como si no fuera más que una manifestación sin importancia de nuestro funcionamiento corporal, sin entidad independiente. Sin lo psicológico no seríamos más que robots andantes, no seríamos humanos.
De esto tenemos buena muestra, por ejemplo, cuando se dice, por ejemplo, del tabaco: ¡Bah, si todo es psicológico!, cuando, precisamente, en mi experiencia, la adicción psicológica es la peor, la más difícil de curar.